lunes, 23 de noviembre de 2009

Ideas para combatir la corrupción en Venezuela

La corrupción es el cáncer más maligno de nuestra sociedad. La corrupción en todos sus matices ha permeado casi todas los espacios de acción y convivencia de nuestro País, corrompiendo tanto a los gobernantes como a los gobernados. En muchos casos la corrupción ha llegado incluso es considerada no solo como algo normal, sino como algo deseable.

El corrupto es, a mi juicio, tanto o mas despreciable socialmente que un asesino, puesto que el corrupto que saquea a la hacienda pública es responsable directo (aunque nunca se les vea la cara) de las miles de personas que pierden sus vidas como consecuencia de los servicios públicos ineficientes. Son responsables de aquellos asesinatos ocurridos por la falta de una fuerza pública bien preparada y equipada, responsables de los que mueren en los hospitales a falta de equipos, personal y medicamentos, y son responsables por quienes mueren lentamente de hambre por falta del desarrollo económico que el estado deja de impulsar. Se podría decir, que el corrupto mientras más alto esté en la administración del estado, más se acerca a una genocida de manos invisibles.

Hoy en día, según el informe 2009 de la Organización Transparencia Internacional, nuestro País posee la trágico y vergonzosa distinción de estar entre los 15 países percibidos como los más corruptos del mundo, siendo el 2do más corrupto de toda la América. A esta penosa realidad es inconcebible la inexistencia de propuestas y acciones para combatir este mal por parte de aquellos quienes ostentan el liderazgo de la sociedad. No se entiende como habiendo tantas organizaciones políticas, con tantos recursos económicos y humanos, no se generen y empleen planes para luchar contra la corrupción. Quizá la única forma de entenderlo es asumiendo que no existe ningún interés en acabar con el problema, sino de estar en posición de beneficiarse de él.

Yo, sin ser ni pretender ser experto en el área y ante esta vulgar ausencia de ideas e iniciativas, propongo tres líneas de acción fundamentales para combatir la corrupción: Una a nivel de la organización del estado, otra legislativa y la última a nivel educativo.

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sábado, 30 de mayo de 2009

La Política del Siglo XXI: Caso Valencia, y el Pico y Placa


Resulta increíble pensar, como a pesar de estar viviendo una época de aceleradas transformaciones y donde el conocimiento científico y el desarrollo tecnológico se yerguen como las fuerzas impulsoras e indiscutibles del desarrollo, la gran mayoría del proceso de toma de decisiones de políticas públicas en nuestro País sigue signado por el ciego apego a ideologías y a dogmas con casi de dos siglos de obsolescencia. En este contexto, los políticos tradicionales y sus escenarios de poder, resaltan como los sectores de nuestra sociedad con el pensamiento y accionar más arcaicos, desfasados, improductivos e ineficientes de nuestra sociedad. Nuestros políticos en su gran mayoría carecen de formación científica y tecnológica (y otros tantos, carentes de cualquier formación), están completamente desconectados de las verdaderas y grandes revoluciones que estamos experimentando y se encuentran desprovistos de una visión de futuro coherente con el fascinante y complejo momento histórico que no has tocado vivir.


Esta situación de la clase política venezolana, se debe observar bajo la mirada agravante de que en ellos recaen las más grandes responsabilidades de la nación al estar frente a las instituciones del estado, siendo quienes deben afrontar el reto de dar solución a los abundantes problemas públicos y decidir las políticas que pueden llevar al éxito o al fracaso de nuestro País. A la luz de esta realidad debemos preguntarnos: ¿cómo debería ser la Política del Siglo XXI?. Trataré de responder a esta pregunta desde mi punta de vista en sucesivos post, pero quisiera empezar con un ejemplo muy concreto, el problema de congestionamiento vial en Valencia y una posible aplicación del sistema de parada obligatoria Pico y Placa, no disertando sobre la conveniencia o no de dicho plan, sino sobre la forma de cómo debería abordarse el problema.

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viernes, 22 de mayo de 2009

Conclusiones: Repensar la Humanidad

Transhumanismo: Un Nuevo Renacimiento (y V)

"La Humanidad será radicalmente cambiada por la tecnología en el futuro. Nosotros prevemos la posibilidad de rediseñar la condición humana, incluyendo parámetros como la inevitabilidad del envejecimiento, las limitaciones de los intelectos humanos y artificiales, la psicología indeseada, el sufrimiento y nuestro propio confinamiento al planeta Tierra”.
1er Postulado de la Declaración Transhumanista



La imperativa responsabilidad de repensar el rumbo de la sociedad a luz de las nuevas posibilidades que depara el presente y futuro, requiere necesariamente un replanteamiento de las más profundas cuestiones filosóficas que puedan dar origen a un sustento conceptual y espiritual que permita la transición hacia una nueva etapa de la Humanidad. Los profundos cambios que han comenzado a gestarse propiciarán el anacronismo de los sistemas morales (y hasta religiosos) establecidos, pudiéndose correr el riesgo de transitar a toda velocidad por la autopista del cambio sin el más mínimo punto de referencia ético que pudiera evitar un eventual desastre.

¿Pero donde pudiera encontrarse las bases de un nuevo sistema filosófico que pudiera estar desprovisto de la visión etnocentrista, dogmática o fundamentalista que han caracterizado a la mayoría de los corrientes de pensamiento dominantes en la historia, y que al mismo tiempo tuviera la virtud de ser tan flexible que pudiera servir de referente ético y moral para los tiempos por venir?. Si realmente existe mas allá de nuestros prejuicios culturales conceptos como la ética y la moral, es en lo profundo de la propia realidad natural donde debemos buscar su existencia intrínseca. Es decir, encontrar las raíces naturales de tales conceptos, los despojarían del carácter relativo que tanto valor le restan, para convertirlos en un absolutos naturales, quizá abriéndose así el camino para en un futuro armonizar en un solo cuerpo de ideas el conocimiento y la espiritualidad, la razón y la moral. Ello constituiría la brújula esencial para navegar en el ilimitado mar de oportunidades en el que estamos empezando a navegar.

No hay duda de que somos privilegiados al ser quizá la primera generación con la posibilidad real de asumir tan grandes desafíos y tener posibilidades reales de enfrentarlos exitosamente. Quienes tengan la capacidad de prever los poderosos y profundos cambios que están por venir, y quienes tengan el talento y valor suficientes para afrontar estas cuestiones hoy, serán recompensados por el mañana.

La Asociación Transhumanista Mundial [10] pareciera haber comprendido el llamado de la historia y estar sentando las bases filosóficas que permitirán el Renacimiento de la Humanidad. Han comenzado el debate haciendo un esfuerzo por que cada día los conocimientos científicos y las posibles implicaciones de ellos sean más accesibles a la población, logrando así hacerla más crítica y consciente de su papel protagónico e intransferible en la definición y construcción de nuestro futuro.

Ahora que estamos por llevar la vida más allá de la Tierra, debemos llevar lo mejor de nosotros y no volver a cometer los errores del pasado. Hoy más que nunca, es necesario agrupar las mentes más brillantes en todas las áreas del conocimiento para afrontar pioneramente el estudio y análisis de todos los riesgos y oportunidades que conllevan los cambios por venir. No creo que pudiera existir compromiso mas importante que con la humanidad misma o sus descendientes. Es por tanto el más alto deber y responsabilidad de aquellos que están en capacidad de aportar algo significativo a la construcción de ese futuro velar por el más elevado uso de nuestro conocimiento a favor de nosotros mismos.

El Transhumanismo, como corriente filosófica, sin duda tiene el potencial de convertirse en una de las contribuciones intelectuales más importantes de todos los tiempos. Como fenómeno evolutivo, será la extraordinaria e histórica transición hacia las Posthumanidad. Esencialmente, es el camino hacia el Nuevo Renacimiento, donde usaremos la magia de nuestra tecnología para aventurarnos más allá de los límites de los posible y llegar hasta lo imposible.

VI). Referencias:

[1] Sandage, A. 1989, “Edwin Hubble 1889-1953”, J. Roy. Astron. Soc. Can. 83, 351

[2] Stachel, John. 2005, “El año milagroso de Einstein”. Colección Drakontos, Editorial Crítica.

[3] Khun, Thomas. 1971, “La Estructura de las Revoluciones Científicas”. Fondo de Cultura Económica, México.

[4] Sagan, Carl. 1999, “El Cerebro de Broca”. Editorial Crítica, Barcelona, España.

[5] Chua, K.F. y colaboradores. 2005 , “Mammalian SIRT1 limits replicative life span in response to chronic genotoxic stress”. Cell Meatb. Jul;2(1):67-76.

[6] Bodnar A.G. y colaboradores. 1998, “Extension of life-span by introduction of telomerase into normal human cells”, Science 279, pp. 349-352

[7] Dawkins, Richard. 2000, “El gen egoísta”. Salvat Editores, S.A., 2ª edición, Barcelona, España.

[8] Drexler, K. Eric, 1986 “Engines of Creation”. Anchor Press/Doubleday.

[9] Vinge, Vernor. 1993, “The Coming Technological Singularity: How to Survive in the Post-Human Era”, Whole Earth Review.

[10] World Transhumanist Association - http://www.transhumanism.org/



viernes, 15 de mayo de 2009

Nubes grises y aguas turbulentas: Sobre algunos peligros de nuestro futuro Transhumano

Transhumanismo: Un Nuevo Renacimiento (IV.I)

“El conocimiento científico y el progreso tecnológico es por si mismo neutral. Si uno quiere ser egoísta, codicioso, intolerante y hacer cosas violentas, la ciencia y la tecnología te proveerán por mucho de la forma más eficiente de hacerlo. Pero si uno quiere hacer el bien, resolver los problemas del mundo y progresar en el buen sentido de la palabra, tampoco hay mejor manera de hacerlo que a través de la ciencia.”
Richard Dawkins

En la historia humana ha sido una constante el uso o aplicación casi inmediata de las nuevas tecnologías al desarrollo de instrumentos de guerra, desde el descubrimiento del fuego hasta la energía nuclear. Lo que no ha sido constante es el daño potencial que, no sólo al enemigo sino a nosotros mimos, son capaces de producir estas armas, el cual aumenta con la misma velocidad que lo hace nuestro conocimiento.

IV.I) Un viejo problema "nuevo"






En el siglo pasado la Humanidad concientizó por primera vez en su historia, la posibilidad real de enfrentarse al exterminio por causas no naturales, ante el peligro de una eventual guerra nuclear. Si bien la amenaza no ha desaparecido y probablemente nunca ha de desaparecer, es también cierto que la humanidad ha tomado conciencia de las desgraciadas consecuencias de su uso y proliferación como parte integral del armamento de las naciones. Para ello no bastó solamente estar al borde de la catástrofe, sino también constatar sus nefastos efectos al ser usada eficientemente en la muerte de al menos 100.000 personas en pocas milésimas de segundo.

Por lo tanto, ahora que el desarrollo de las NBICs nos ofrece un horizonte nuevo de posibilidades debemos estar lo mas concientes de las potencialmente catastróficas consecuencias de su aplicación en tecnologías bélicas. Actualmente la nanotecnología se perfila como la más novedosa y promisoria vertiente de desarrollo en tecnología bélica, como lo demuestra el reciente surgimiento de institutos militares especialmente dedicados a su estudio y desarrollo, así como el aumento de las contribuciones económicas aportadas por las agencias militares a su estudio .

Acciones como estas que pueden y de seguro serán seguidas por acciones similares en la mayoría de los países desarrollados del mundo, surgiendo una carrera armamentista hacia el poderío militar en la nanoescala, haciendo factible pensar que la próxima gran tragedia en enfrentamientos bélicos pueda no ser debida a la acción ionizante de las especies radiactivas sino a la acción de nanoarmas de destructiva masiva, es decir, por la destrucción a escala molecular producida por miríadas de nanobots.

Ya un escenario apocalíptico donde los nanobots producen la extinción de la vida del planeta ha sido vislumbrada por Eric Drexler [8], uno de los pioneros de la nanotecnología. Según esta visión llamada “grey goo”, los nanobots producen una ecofagia global vía replicación descontrolada, agotando los recursos naturales del planeta. Si bien podríamos aun estar lejos de una posibilidad real de dicho escenario, nuestra especie debería pronunciarse al respecto mucho antes de haber llegado a tal punto.

Nuestra inteligencia aunada al conocimiento de nuestro pasado reciente, debería ser suficiente para prevenir el desarrollo de armas nanotecnológicas a gran escala. Es una responsabilidad ética y moral de todos aquellos que son capaces de entender las graves implicaciones y nefastas consecuencias que podrían tener en el curso de la vida en nuestro planeta, el emprender desde ahora acciones que permitan prohibir a nivel internacional el desarrollo y uso de armas basadas en la nanotecnología. Es un deber de este generación reunir a las mentes más visionarias de todas las disciplinas del conocimiento para debatir, desarrollar e impulsar un documento antes los organismos internacionales que pueda servir de precedente o allanar el camino hacia un futuro Tratado de No Proliferación de Armas Nanoatómicas.

No debería hacer falta nuevamente la conjunción histórica de la tríada suicida, que a manera de triángulo de advertencia, ya en el pasado se erigió ante nosotros: un desastre local causado por el uso de dicha tecnología, la posibilidad de un conflicto de escala mundial y una posible catástrofe global a partir de este. Un Tratado de No Proliferación de Armas Nanoatómicas debería, por el bien de todos, hacerse realidad mucho antes que las armas que pretende prohibir.


IV.II) El Resurgimiento de los demonios extintos







También el siglo XX fue testigo de una de las mayores atrocidades vistas en la historia, donde unos pocos poderosos, basados en una pretendida superioridad racial, tomaron la decisión de asesinar a millones de seres humanos los cuales eran supuestamente depositarios de una inferioridad natural. Mas grave aún fue que se pretendió justificar lo injustificable en base a falsos hechos proporcionados por las pseudociencias entonces imperantes, que sugerían la superioridad de una “raza” por encima de otra, de la cual para ellos se desprendía, que tal genocidio era una “buena causa” en favor del desarrollo de “toda” la humanidad.

Es posible, que también en el futuro, existan quienes pretendan declarar la superioridad de algún grupo étnico por encima del resto del mundo, y que busquen asidero en el nuevo conocimiento del genoma humano para emprender nuevas “cruzadas purificadores” a favor de la especie. Dicho peligro se ve agravado con la posibilidad de que, en esta ocasión, si pudieran encontrarse (aunque probablemente insignificantes) algunas predisposiciones genéticas que puedan favorecer en algunos aspectos a algunos grupos sobre otros, pero que en todo caso pudiere servirles de excusa o motivo de sus acciones. Incluso no sería necesario un nuevo holocausto para que el problema de la discriminación genética pudiera tener fuertes y negativas consecuencias sociales. Mucho antes de la aparición de los Posthumanos, la información genética de cada persona podría ser usada como mecanismo de discriminación y exclusión, al requerirse para ciertos trabajos y beneficios, un “estándar de calidad genético” a cumplir.

Pero mas allá, este peligro realmente se vuelve absolutamente relevante de cara a los futuros cambios que las biotecnologías puedan incluir en nuestro genoma, lo cual en función de las características sociales de la época en la que se desarrolle dicha transición, podrían ser solo accesibles a un grupo minoritario de la población, dentro de la cual pudiera resurgir del demonio del racismo. La diferencia fundamental sería que en esta oportunidad, la proclamada superioridad (en su sentido más amplio) de unos sobre otros, si pudiera estar fundamentada en hechos científicos.

IIV.III) Nosotros y Prometeo

La posibilidad real de dar un uso inadecuado a las nuevas tecnologías emergentes radica en un antiguo problema que ha venido surgiendo principalmente en el siglo XX, y que sin duda, se acrecentará exponencialmente en las próximas décadas: la creciente diferencia entre nuestra habilidad de generar conocimiento y nuestra capacidad de reflexionar sobre él.

La aceleración de la historia es un hecho fáctico que es posible constatar en el día a día. Los cambios se suceden a cada vez mayor velocidad, pero nuestra capacidad de respuesta ante ellos no, lo cual nos enfrenta a una paradoja. Un conductor responsable sabe que cuanto más rápido conduce más lejos necesita ver (dado que el tiempo que dispone para evitar una colisión es inversamente proporcional a su velocidad), pero nosotros necesitamos no solo ver sino observar y reflexionar sobre las formas posibles de esquivar los posibles baches en el camino, los cuales tal si fueran espejismos, pueden cambiar de forma a medida que nos acercamos a ellos, solo que podemos tener la certeza de que fueren como fueren, estarán allí a su debido tiempo.

La singularidad prevista por Vernor Vinge [9] parece estar cerca, y aún a nuestras espaldas yacen las preguntas de orden ético, filosófico y moral que traen los nuevos tiempos, retumbando con y cada vez mayor fuerza. Los adelantes en biotecnología, nanotecnología, informática y las ciencias cognitivas, así como sus interrelaciones y posibles aplicaciones destinadas a la mejora de nosotros mismos, plantean interrogantes vitales que de seguir avanzando sin darle repuestas irán sin duda socavando el camino de nuestro desarrollo, y posiblemente, de nuestra supervivencia (o la de nuestros descendientes) a largo plazo.

¿Cuántas modificaciones de nuestro genoma son aceptables?, ¿Cuántas capacidades sería correcto añadirnos?, ¿sería justo competir entre quienes han extendido sus capacidades naturales y quienes no?, ¿Quiénes podrían extender sus capacidades y quienes no?, ¿tendrían estos menos derechos?, ¿estaría relegados estos últimos a los designios de los primeros?, ¿a partir de que punto ya no sería alguien considerado humano?, ¿Cuáles principios darán soporte filosófico a los nuevos humanos?,¿Sería ético subdividir la especie?, ¿sobrevivirán los concepto de ética y moral a esta transición?, en última instancia ¿Qué son la ética y la moral… y que somos nosotros?.


sábado, 9 de mayo de 2009

Rumbos Posibles: Sobre el pensamiento paralelo y el surgimiento de los Multividuos

Transhumanismo: Un Nuevo Renacimiento (III.II)



El intercambio masivo de información es una de las características principales de la época actual. Sin hacer énfasis en el enorme flujo de información circulante entre las empresas y los centros de investigación, a nivel personal, hoy en día con un teléfono celular (o más en general un dispositivo móvil) es posible estar en contacto con cualquier persona en el mundo, acceder y poder hacer búsquedas en Internet, registrar audiovisualmente cualquier acontecimiento y hasta publicar dicho contenido en tiempo real en nuestras páginas personales, y con ello hacerlo visible al mundo entero.

Este fenómeno, que ha sido uno de los principales catalizadores de la globalización, entre tantas cosas ha permitido que individuos radicados en lugares opuestos del mundo, con culturas muy diferentes en incluso, estatus económico disímiles, puedan interactuar como iguales y descubrir que tienen un sinnúmero de elementos afines entre sí. Ello ha dado origen al surgimiento de comunidades virtuales que agrupan personas en base a sus ideas e intereses, organizaciones no gubernamentales con miembros esparcidos en todo el mundo e incluso ha permitido el surgimiento de movimientos sociales transnacionales.

Sin embargo, la convergencia de las NBIC y en particular su aplicación directa en extender nuestras capacidades cognitivas, permite imaginar el enorme impacto que tendrá la posibilidad de transmitir y procesar información de forma instantánea y sin “intermediarios”, pudiendo trasformar no solo la forma en como los individuos se organizan dentro de la sociedad, sino incluso redefinir los propios conceptos de individuo y sociedad. (ADVERTENCIA: a partir de aquí contenido altamente especulativo, se sugiere tomar las debidas precauciones al respecto.)

Hasta ahora el intercambio de información ha estado severamente restringido por varias razones: principalmente la necesidad de usar interfaces, la velocidad de su procesamiento e interpretación, y sobre todo, el tipo de información susceptible de ser transmitida, constituyendo todos estos mediadores y filtros a la vez, que de poder eventualmente omitirse, darían origen a una revolución sin precedentes en las interrelaciones “humanas”.

Por ejemplo, para superar nuestras limitaciones en la velocidad de procesamiento y almacenamiento de información, la nanotecnología podría crear interfases moleculares entre nuestras neuronas y los circuitos digitales, permitiendo el intercambio directo de información entre estos y con ello, abrir la posibilidad de transferir naturalmente tareas de nuestros cerebros orgánicos a los cerebros inorgánicos. Se podrían multiplicar nuestras capacidades de cálculo programando nuestros algoritmos mentales directamente en nanoprocesadores, o superar lo límites de nuestra memoria natural al almacenar la información en memorias de estado sólido no volátiles, que al estar integrada a nosotros mismos, pudiera ser accesible inmediatamente en la medida de ser requerida por nuestras pensamientos.

Ello sería aún más necesario si consideramos que la biotecnología podría mejorar genéticamente nuestras capacidades naturales y en última instancia, dotarnos de algunas otras que la evolución obvió en su “diseño”. En ambos casos, ya sea por el aumento de la sensibilidad de nuestros sentidos o por la inclusión en nosotros de nuevas formas de interactuar con la realidad, implicaría un aumento masivo de la información que así obtendríamos del mundo exterior, y que por tanto nos demandaría una mayor capacidad de procesamiento y almacenamiento de información.

El Neurólogo Paul McLean postuló la teoría según la cual cerebro humano estaría estructurado por tres partes o capas: la reptílica, donde residirían nuestros instintos animales y las necesidades fisiológicas fundamentales; la límbica, en la cual se producirían los sentimientos y las emociones; y finalmente el neocórtex, asidero de nuestras capacidades cognitivas, y por tanto en última instancia, responsable del establecimiento y desarrollo de nuestra civilización. Sin embargo, la posibilidad de integrar directamente a nuestro sistema neurológico circuitos inorgánicos (eventualmente circuitos fotónicos ) podría originar la aparición de una nueva capa o fase de nuestro cerebro, la cual seria responsable de la mayoría de nuestras capacidades mejoradas así como la incubadora de todas aquellas nuevas que están por emerger.

Dicha integración en nuestros cuerpos de microprocesadores y dispositivos de almacenamiento capaces de interactuar directamente con nuestro sistema neurológico, en conjunto con otros nanodispositivos, abriría las posibilidades de transmitir información directamente entre personas, sin intermediarios aparentes, de una mente a otra en vivo. Esta suerte de “telepatía real”, fundamentada la extrema miniaturización de los dispositivos de telecomunicaciones y la comunicación nanomáquinas-neuronas, sería el camino hacia una interacción e intercambio masivo de información entre individuos sin precedentes. Es más, habiendo superado la necesidad de usar interfaces y nuestras limitaciones en cuanto la velocidad de su procesamiento y la capacidad de almacenamiento de información, se haría factible dar el último salto concebible (desde nuestra perspectiva) en cuanto a la comunicación: la transmisión sensitiva.







Por un tiempo, la humanidad usó como principal forma de comunicación la radio AM. Luego descubrió que modulando la frecuencia en vez de la amplitud de las ondas electromagnéticas, podía no solo mejorar la calidad del audio transmitido sino también incluir en la misma señal, mucha información adicional. Esto fue posible al lograr utilizar los distintos modos de oscilación como distintas capas susceptibles de ser “escritas” y por tanto, de transmitir información. Este mismo principio, según el cual al incluir más información en la “señal” aumenta la “fidelidad” de lo que se quiere transmitir, podría extrapolarse hasta alcanzar la forma más fidedigna comunicación posible entre los “humanos”, aquella que permitiera transmitir no solo la información sino también parte de su procesamiento, a través de la interpretación personal y emotiva que pudiera tener cada individuo.

Hoy en día sabemos que las emociones, sentimientos e incluso, hasta las experiencias de carácter religioso, que conforman el enorme y rico conjunto del universo psíquico y espiritual humano, tiene su base fisiológica en distintas configuraciones de actividad de las neuronas en nuestro cerebro [4]. Sabemos que si bien estas intrincadas interacciones son hasta el momento muy difíciles de describir en detalle, estas dan origen a patrones bien definidos y reconocibles que permitirían describir inyectivamente el espectro de emociones humanas.

Dicho conocimiento ha permitido comenzar a realizar experimentos que tratan de inducir emociones mediante la estimulación directa de ciertas regiones del cerebro, aquellas donde es sabido se activan cuando dicho estado emotivo es alcanzado naturalmente, obteniéndose resultados muy interesantes y hasta polémicos . De modo que si partimos del hecho que el conjunto de emociones humanas tiene una base fisiológica como configuraciones de actividad cerebral, serían por tanto susceptibles de ser medidas y registradas, y eventualmente, reproducibles .

El lograr transmitir a una persona no solo la información referente a algo sino también el conjunto de emociones e interpretaciones que de ellas puedan derivarse en otra persona, constituiría el nivel máximo de intercambio de información posible desde una perspectiva “humana”. Imaginemos por un instante, que en vez de solo leer una poesía, pudiéramos a la par de los nuestros acceder también a literalmente los sentimientos y emociones de quien la hubiera escrito. Imaginemos que un artista posthumano registrara sus estados emotivos al crear una pintura y que luego los ofreciera, junto a la obra misma, como parte integral de su creación. Imaginemos que al ir un concierto de música clásica, no solo pudiéramos escuchar las notas y los acordes de una gran sinfonía, sino intercambiar directamente entre los asistentes y los músicos, nuestras emociones al escucharlas y/o ejecutarlas, siendo así todos partícipes de la creación de una gran sinfonía con algo más que música, una emosinfonía.

Además de abrir la posibilidad para un mercado de emociones donde las personas podrían acceder a los estados emocionales de grandes deportistas, artistas, etc. y descargarlas de la red directamente a su tecnocortex, tal como hoy hacemos con la música a nuestros discos duros (lo cual no sería más que la extrapolación última de nuestro actual mercado de entretenimiento), podríamos incluso especular que varios siglos adelante, cuando exista la posibilidad real de comunicar instantánea y directamente información, pensamientos y emociones entre individuos, es decir metainformación, podría surgir un proceso de redistribución de las funciones cognitivas (que hasta ahora habían sido exclusividad de cada individuo) entre varios sujetos.

Al igual que los sistemas termodinámicos que al estar en contacto e intercambiar energía, tienden a un estado de equilibrio, es probable que los individuos que estuvieren intercambiando continuamente metainformación tiendan asimptóticamente a un estado de homogeneidad tal que las diferencias particulares (que en su mayoría son producto de las experiencias individuales y las diferencias culturales de cada individuo) tiendan a desaparecer, y con ello, también tiendan a desvanecerse los vestigios de la identidad en pro del surgimiento de una identidad colectiva o distribuida que seria común a los sujetos que lo integren, dando origen a los primeros multividuos.

Los multividuos podrían ser el resultado último de las fuerzas de la selección natural que han operado durante millones de años en nuestro planeta. Estos se verían altamente favorecidos de lograr sumar a un nivel tan esencial las capacidades de cada individuo que lo integran, logrando compensar entre sí las posibles debilidades de cada uno. Además los multividuos tendrían la información que fuere accesible a los sentidos de cada uno de sus miembros, logrando en efectos prácticos, la ubicuidad de cada conciencia, o tambien se pudiera decir, logrando la omnipresencia de la conciencia compartida emergente.

III.III) Sobre el camino y sus bifurcaciones

Un breve ejercicio imaginativo puede mostrarnos que aún partiendo de la senda ya trazada, tan solo dando unos pocos pasos, podemos encontrarnos muy lejos del camino que nos es familiar. Incluso tan lejos que ningún mapa conocido podría servirnos como guía, y un fuerte sentimiento de extravío y desesperación puede invadirnos. Aun más si consideramos que a cada paso se nos presentan tantos caminos posibles como las bifurcaciones en los fractales de Maldelbrot, surge la imperativa necesidad de encontrar una brújula fundamental de la cual hacernos para guiar nuestros pasos en estos territorios inexplorados.

Hasta ahora en este ensayo no se ha pretendido juzgar bajo ningún criterio moral la conveniencia o no de las ideas expuestas ni sus posibles implicaciones. Sin embargo del mismo ejercicio se desprenden posibilidades que bajo ninguna ambigüedad, se nos presentan como grandes y fuertes amenazas que, en orden de poder tener una visión holística y profunda de nuestro posible futuro, han de ser tratadas necesariamente.

Al igual que lo navegantes, que aún encontrándose en mansas aguas no han de poder ignorar la nubes grises en el horizonte, no podemos tampoco obviar las potenciales tormentas que podríamos enfrentar en el futuro, como producto de las amplias posibilidades que nos deparan nuestro desarrollo tecnológico.



jueves, 30 de abril de 2009

Rumbos Posibles: el surgimiento de la Transgeneracionalidad y el triunfo de la Prospectiva

Transhumanismo: Un Nuevo Renacimiento (III.I)

“La imaginación es más importante que el conocimiento”
Albert Einstein




No hay duda que si conjugamos la imaginación y el conocimiento aumentaremos nuestras posibilidades de adentrarnos, así sea someramente, en la fascinante vorágine de los cambios por venir.Arthur C. Clarke en el preámbulo de su obra máxima 2001: Odisea del Espacio, postuló que siempre la realidad superaría en creces a la ficción; pero si nuestra realidad ya la ha superado en muchos casos, ¿qué podemos esperar del futuro?, ¿qué implicaciones podrían tener la aplicación intensiva de las tecnologías en nuestras vidas?, ¿podremos con nuestra imaginación crear nuevas ficciones susceptibles de ser superadas por la realidad?, ¿o ya esta no es suficiente para adentrarse en el insondable territorio de las posibilidades inciertas?. Despojado de prejuicios y abandonado por las paradigmas actuales, se presentan a continuación un breve y limitado conjunto de especulaciones sobre un mañana plausible, sobre rumbos posibles.

(ADVERTENCIA: a partir de aquí contenido altamente especulativo, se sugiere tomar las debidas precauciones al respecto.)

III.I Sobre el surgimiento de la Transgeneracionalidad y el triunfo de la Prospectiva:

Durante los últimos 100 años, la humanidad se ha visto amenazada por variadas y disímiles situaciones, desde guerras mundiales con armas convencionales hasta la posibilidad de una nuclear. Amenazas algunas de menor o mayor alcance, pero todas parecían tener un origen común: La incapacidad de lograr la convivencia en la divergencia y la consecuente imposición de una forma de pensar y vivir de unos a otros.

Sin embargo, tanto en medio los tormentosos tiempos de guerra y de los prósperos tiempos de paz, se ha estado creando o contribuyendo por igual al fortalecimiento de la mayor de las amenazas que debe y deberá enfrentar la humanidad en el futuro cercano. Una amenaza que no radica en el uso desmedido y desvariado del poderío militar de las naciones sino en el descontrol inducido de las poderosas fuerzas de nuestro planeta: el cambio climático.

Si bien el cambio climático tiene un conjunto de factores naturales que lo originan (como los ciclos de actividad solar, la precesión de la órbita terrestre, etc.) no debe quedar duda que el uso ineficiente, y en muchas veces, irracional de los recursos energéticos de nuestro planeta durante los últimos 200 años (por parte de nuestra sociedad industrial), ha jugado un rol importante en el actual calentamiento global.

Desde hace ya muchas décadas la ciencia alertó de las nefastas consecuencias que tendría seguir esta tendencia de consumo energético derrochador y de alto impacto ambiental. Sin embargo prácticamente nada se hizo, y solo ahora que los primeros efectos “visibles” empiezan a hacerse notar, es que la humanidad ha empezado preocuparse por hacer algo al respecto. No obstante del progresivo avance que ha tenido en la colectividad la preocupación por el medio ambiente y de la continua y marcada acumulación de pruebas científicas, la gran mayoría de las naciones mas desarrolladas del planeta siguen ignorando la situación y su rol determinante en ella. ¿por qué sucede esto?, ¿por qué seguimos invirtiendo dinero y esfuerzo en un negocio que a la larga (y mas bien corta) nos va arrojar incalculables pérdidas?.

La razón profunda por la cual seguimos sacrificando el futuro en nombre de la inmediatez, es la propia brevedad de la vida humana. En términos geológicos, el tiempo de vida de un ser humano es poco menos que un fugaz parpadeo en la edad de la Tierra, en incluso toda la historia humana no escapa de la validez de esta comparación. Para la mayoría de quienes tan solo pueden aspirar a vivir unos 70 u 80 años, les resulta extremadamente difícil preocuparse por las consecuencias de sus actos si éstas se solo verán reflejados varios siglos después de su propia muerte. Para otros muchos, en el mejor de los casos, su preocupación se extiende un poco mas allá hasta sus nietos, los cuales en todo caso tampoco sufrirían los efectos de sus actuales acciones u omisiones. O al menos, así ha sido hasta ahora.

La extensión de la expectativa de vida que casi seguramente habrá de lograrse en los próximos años, donde gracias a los avances de las NBICs se haría posible que una persona viviera al menos 200 o 300 años, tendrá un impacto definitivo en el surgimiento de una conciencia global de carácter transgeneracional. Ello nos enfrentaría de manera directa a las consecuencias de nuestras acciones (al menos en términos de degradación de medio ambiente), lo cual impulsaría radicalmente una transición en la forma de pensar de los individuos y el colectivo, pasando de la improvisación y la inmediatez a la planificación y la posteridad.

Además, el poder vivir varios siglos implicará un cambio profundo en las relaciones humanas. Si actualmente no es raro encontrar núcleos familiares donde conviven hasta cuatro generaciones diferentes, donde cada miembro de cada generación desempeña un rol, resulta fascinante pensar que dinámicas surgirían en una familia donde, en un mismo espacio y tiempo, pudieran convivir entre 10 y 20 generaciones simultáneamente.

¿Cuánta información podría acumularse y compartirse en el encuentro de tantas generaciones?. ¿Cuántas tradiciones podrían sobrevivir a los cambios entre una y otra generación?. ¿Cómo afectaría esto al concepto de familia?, ¿se mantendrá o evolucionará hacia una nueva definición operativa?.

Es posible que las ventajas que pragmática y ancestralmente ha ofrecido el pertenecer a un núcleo familiar adquieran dimensiones inusitadas. En una familia multigeneracional que se extienda por varios siglos, las acciones emprendidas por algunos de sus miembros podrían beneficiar o perjudicar a muchas generaciones posteriores, a las cuales se tendría acceso temporalmente para recibir de ellas sus agradecimientos o sus reprensiones. Si a esto sumamos el efecto que tendrá el intercambio masivo de información instantánea (efecto que discutiremos mas adelantes) resulta probable que las familias evolucionen funcionalmente más hacia la organización actual de las corporaciones, donde un objetivo común une a muy diferentes individuos, cada cual desempeñando una función particular en nombre de un misión general. Pero aún a escala individual, la extensión de la expectativa de vida, tendrá un efecto inimaginable en cuanto a las posibilidades de desarrollo de las personas. ¿Cuánto conocimiento y sabiduría podrían acumularse viviendo a lo largo de 3 siglos?. ¿Cuántas ideas producto del enriquecimiento intelectual podría aflorar en dicho tiempo?. ¿Cuántas habilidades podríamos desarrollar teniendo mucho más del tiempo necesario para satisfacer las necesidades materiales?.

Aún más, un incremente dramático del tiempo de vida nos llevaría necesariamente a buscar una solución al problema de la sobrepoblación mundial. Es un hecho que la Tierra posee recursos limitados y que existe un límite natural de personas que puede coexistir en condiciones deseables sobre en la Tierra. Y cuando las personas tengan muy altas probabilidades de vivir por siglos, obligatoriamente la tasa de crecimiento poblacional deberá disminuir drásticamente y apartarse del insostenible crecimiento geométrico, permitiendo la estabilización de la población mundial. De no ser esto posible, entonces nos veríamos en la necesidad de mudarnos de nuestra casa materna, y partir de búsqueda de nuevos hábitat en el Sistema Solar.

Con el surgimiento del pensamiento transgeneracional, pensar seriamente sobre el futuro será cada vez más y más importante, y con ello la ciencia de la prospectiva se convertirá en la herramienta fundamental en el desarrollo y subsistencia de la post humanidad. Quienes sean capaces de entenderlo tendrán la enorme ventaja y el privilegio de escoger los mejores asientos en el espectáculo del mañana que se está volviendo hoy.

sábado, 25 de abril de 2009

Los Afluentes del Cambio: La Informática y la Cognociencia

Transhumanismo: Un Nuevo Renacimiento (II.II)



Esta revolución genética en ciernes que deviene de nuestra reciente capacidad de leer el libro de la vida (y de los 3200 millones de pares de “palabras” que contiene), solo ha sido posible gracias al desarrollo de las computadoras, y con ellas, de las tecnologías de información. Estas en conjunto han sido de las tecnologías que más fuertemente han influenciado el mundo en el siglo XX y han cambiado nuestros hábitos y estilos de vida.

Hoy en día prácticamente no existe ámbito de nuestra sociedad dónde las computadoras y las tecnologías de información no tengan un rol preponderante e indispensable. Desde el control de procesos industriales hasta el comercio electrónico; desde la exploración remota de otras planetas hasta las comunidades virtuales; desde una sala quirúrgica hasta nuestros bolsillos. Todos son terrenos conquistados por la ciencia y tecnologías de información, permitiéndonos un intercambio de información y una interrelación sin precedentes.

De todas las áreas de nuestra sociedad donde éstas han tenido o pueden tener un impacto, la que pudiera llegar a ser más importante es en la Educación. La capacidad de almacenar, transmitir y difundir información, lo cual el Biólogo Evolutivo Richard Dawkings ha llamado “meme” o unidades de información cultural [7], ha sido una de las claves fundamentales del progreso de nuestra especie.

Hoy en día una computadora con acceso a Internet representa una ventana a prácticamente todo el conocimiento generado y toda la información almacenada por la humanidad en los últimos 10.000 años. Si a esto sumamos la existencia de proyectos como el de Nicholas Negroponte, que con el apoyo de la UNESCO y amparado en la Ley de Moore, se ha propuesto la construcción de una computadora portátil tan barata que hiciera factible que prácticamente todos los niños en cualquier parte del mundo tuvieran una (lo cual eventualmente será realidad) las posibilidades son enormes. Si bien sabemos el gran impacto que tuvo la Biblioteca de Alejandría para la civilización clásica, aun desconocemos el alcance que tendrá nuestra gran biblioteca global, que paradójicamente, no se encuentra en ningún lugar y al mismo tiempo está en todas partes.

Aunque las computadoras han disminuido su tamaño y al mismo tiempo aumentado sus capacidades drástica y rápidamente en los últimos años, estas aun siguen siendo artefactos externos a nosotros mismos, que en todos los casos requieren la utilización de una interfaz o un lenguaje humano-máquina. Sin embargo esto podría cambiar en los próximos años, dado que los desarrollos actuales ya permiten utilizar los impulsos eléctricos producidos por nuestra actividad cerebral como información de entrada que permite el control de dispositivos electrónicos, creando un puente directo entre la conciencia y la máquina. Y es precisamente aquí donde los afluentes empiezan a converger, empezando a dejar sentir la verdadera fuerza del torrente del cambio.

Todo nuestro conocimiento e información sobre los átomos, las células y en general la realidad natural, es procesada, analizada y sobre todo interpretada, por el sistema más complejo que existe en el universo conocido: nuestro cerebro. Millones y millones de años de evolución han perfeccionado un supercomputador orgánico que como ya se ha dicho, contiene tantas neuronas como estrellas en nuestra galaxia y tantas interconexiones como galaxias en el Universo. En este invaluable órgano es donde han surgido el arte, la ciencia, la tecnología y hasta la espiritualidad. Allí es donde ha nacido el instinto, las emociones, la inteligencia, y en última instancia, la propia conciencia.

Es en nuestros cerebros, donde reside nuestro sistema último de referencia existencial. Es allí donde habita el yo y el nosotros; es allí donde realmente comienza y termina la humanidad. De todas las formas en que podríamos utilizar las nuevas tecnologías para mejorarnos o cambiarnos a nosotros mismos, la más sensible y trascendente, aquella que pudiera marcar un antes y un después en nuestra historia evolutiva, es la modificación de nuestros cerebros.

La nanotecnología, la biotecnología y las tecnologías de la información podrían aumentar de forma inimaginable nuestras capacidades cerebrales, dando origen a las cognotecnologías, las tecnologías de la mente. Es en la profunda interrelación de las llamadas NBIC (Nano, Bio, Info y Cogno) donde se cimientan las bases del próximo y mas grande salto evolutivo. Es en su convergencia donde el poderoso río del cambio nos desemboca en un nuevo e ilimitado océano de posibilidades, a donde estamos zarpando con la intención de llegar mas allá que cualquier ser humano, de propagarnos mas allá de lo que podría un ser humano, de trascender el ser humanos.

Como en todo viaje, siempre hay potenciales peligros y amenazas. Un arrecife de prejuicios o una tormenta de equivocaciones siempre pueden estar al acecho. Por ello es imprescindible utilizar el conocimiento y la reflexión como brújulas para decidir el mejor rumbo posible hacia el nuevo mundo de nuestra existencia.

sábado, 18 de abril de 2009

Los Afluentes del Cambio: La Nanotecnología y La Biotecnología

Transhumanismo: Un Nuevo Renacimiento (II.I)


“¿Qué pasaría si pudiéramos reagrupar los átomos uno por uno de la forma en que nosotros quisiéramos?”

Richard Feynman



Desde que hace un poco más de 2500 años cuando Demócrito postuló que todas las cosas en la naturaleza debían estar compuestas por partículas “indivisibles”, hemos profundizado dramáticamente nuestro conocimiento sobre los átomos. Entre otras cosas, descubrimos que estos pueden ordenarse periódicamente y agruparse entre sí de modos específicos para formar moléculas, e incluso, como combinar estas para crear materiales con propiedades diferentes a los encontrados en la naturaleza. Aún más, aprendimos que éstos no son en lo absoluto indivisibles, que están compuestos por una compleja combinación de otras partículas más fundamentales y que la gran mayoría de ellos (incluyendo el calcio en nuestros huesos, el oxigeno que respiramos y el hierro en nuestra sangre, etc.) se formaron en el interior de las estrellas.

Pero en la enorme y fascinante historia de nuestro conocimiento sobre los bloques constitutivos de la naturaleza, hay una fecha de especial importancia, donde un reto planteado por un Profesor a sus colegas y alumnos daría origen a una revolución tecnológica que apenas está comenzando. El 29 de Diciembre de 1959, El Premio Nóbel de Física Richard Feynman, dictó una conferencia en la reunión anual de la Sociedad Americana de Física, en Caltech, donde expuso sus reflexiones de lo que sería posible crear si lográbamos reducir la magnitud mínima a la cual podíamos manipular la Naturaleza . En ella lanzó el reto de quien sería capaz de escribir los 24 volúmenes de la Enciclopedia Británica en la cabeza de un alfiler y puso un premio para tal proeza (que sería reclamada no mucho después) dando origen a la carrera hacia la mas extrema miniaturización posible, la nanotecnología.

La nanotecnología, el primero de los 4 pilares de la inminente revolución tecnológica, es la ciencia que nos permite manipular los átomos individualmente de tal forma que hace posible la construcción de dispositivos y/o artefactos a la escala de 10^(-9) m. El poder construir a escala atómica cualquier dispositivo mecánico concebible, abre las puertas a espectro casi ilimitado de aplicaciones, desde la lucha contra la contaminación hasta la medicina. En cada caso, una legión de nanobots (robots a escala atómica) que patrullaran el subsuelo o la atmósfera podrían disociar compuestos tóxicos y nocivos para el medio ambiente, o en cambio, circulando continuamente a través de nuestro torrente sanguíneo podrían dosificar medicinas directamente en las células que lo necesitan cuando lo necesiten. La nanotecnología es hoy una realidad y su uso es casi rutinario en muchos procesos y tecnologías. Además, actualmente este campo de investigación es el que más inversiones y subvenciones recibe de las grandes potencias a nivel mundial, por lo que muy probablemente en los próximas décadas, la nanotecnología permitirá llevar la industrialización (y con ella nuestra capacidad para intervenir el mundo) a dimensiones épicas, permitiéndonos hacer muchísimo más con literalmente muchísimo menos.

Siguiendo adelante en nuestra comprensión de la naturaleza, también aprendimos que los átomos agrupados en moléculas, y estas a su vez con otras muchas más moléculas, dan origen a configuraciones complejas capaces de autoreplicarse, almacenar en incluso transmitir información. Además, que éstas a su vez pueden formar sistemas con muchísimos componentes y con complicadas interacciones que, dadas las condiciones adecuadas y por medio de procesos que aun no conocemos, dan origen al fenómeno de la vida.


Las unidades fundamentales de este fenómeno son las células, pero la clave de la vida se encuentra en sus núcleos, en una molécula de forma helicoidal descubierta por Watson, Crick y Rosalind Franklin en 1953, que es común a todas las formas de vida conocidas en nuestro planeta, el ADN. La diferencia fundamental entre cualquiera dos seres vivos en la Tierra, entre una bacteria y un homo sapiens, está fundamentalmente (en términos generales) en como está codificada la información en el ADN.

Hace apenas 5 años, que gracias a la ayuda de grandes computadores, ha sido posible “leer” completamente el libro de la vida, mediante la secuenciación de todo genoma humano , tarea que fue emprendida tanto por el consorcio público liderado por Francis Collins y como el privado dirigido por Craig Venter. Sin embargo la tarea de entender sus páginas, recién ha comenzado.

El ADN puede interpretarse esencialmente como un algoritmo que le dice a todos los actores que intervienen en el desarrollo de la vida, cuando y que hacer. Si entendemos un leguaje de programación y las funciones que desempeñan cada parte de un algoritmo, se nos hace posible modificar el código añadiendo o quitando líneas, y con ello lograr que el “programa” tenga o no las funciones para la cuales fue diseñado originalmente. Análogamente, si entendemos el funcionamiento de los genes de una especie, podríamos suprimir la acción de aquellos que producen resultados no deseables, y favorecer la acción de aquellos cuyos resultados si lo son.

La ingeniería genética ha hecho esto posible desde hace ya muchos años. Numerosas y variadas han sido sus aplicaciones, siendo utilizada para fines tan prácticos como crear cosechas mas resistentes a ciertas enfermedades a las cuales eran propensas, hasta otros que en principio no lo parecieran tanto, como crear una especie de peces bioluminiscentes.

Sin embargo, dentro de todas las posibilidades que ofrece la genética, sin duda alguna la más trascendental de todas es, la modificación de nuestro propio genoma. Hasta ahora el gran programador de nuestra especie han sido las mutaciones y el proceso de selección natural, que mediante incontables ensayos y errores a lo largo de millones de años, ha producido uno (sino el que más) de sus productos más refinados, nosotros los humanos.

No obstante, sobran argumentos para criticar el adjudicamiento de dicha distinción. Somos bien concientes de las numerosas enfermedades, debilidades y limitaciones que forman parte de nuestras vidas, muchas de las cuales han sido hasta ahora, completamente ineludibles.

La ingeniería genética, entre tantas cosas, nos podría permitir controlar ciertos procesos que hasta ahora han estado en manos del azar. Nos permitiría por ejemplo controlar el proceso de crecimiento, las características estéticas corporales, las aptitudes físicas, etc. Pero mucho más importante, nos permitiría mejorar las fracciones menos elaboradas de nuestro ADN y hasta corregir los errores de la evolución natural. Por ejemplo, más allá de diagnosticar una enfermedad muchos años antes de la aparición de sus primeros síntomas, podríamos llegar a suprimir del todo los agentes genéticos causantes de dicha enfermedad.

Incluso podríamos potenciar las capacidades que nos ha dado la naturaleza, incrementando nuestra resistencia a ciertas enfermedades del sistema inmunológico , o agudizando nuestros sentidos o incluso aumentando nuestra memoria o inteligencia. Aún más allá sería posible añadir a nuestro ADN fragmentos de otras especies, que al incluirlo en nuestra programación, nos permitiría poseer nuevas y diferentes capacidades de aquellas que la selección natural nos ha otorgado.

Pero de todas las características biológicas poco deseables de nuestra especie, la preponderante ha sido siempre la propia finitud de la vida. En los últimos siglos la humanidad ha visto como la tecnología (al despojarnos de la necesidad de hacer trabajos de grandes y a la larga, devastadores esfuerzos físicos), la mejora de las condiciones de salubridad en nuestra vida cotidiana (previniendo la aparición de enfermedades e infecciones) y los grandes avances de la medicina han logrado aumentar progresivamente nuestro tiempo de vida, que en el más modesto de los escenarios, ha sido duplicado.

En la Edad Media, tan solo superar los 30 años de edad era toda una proeza, que en casi todos los casos, estaba reservada para las más altas elites de la sociedad. Hoy en día en los países desarrollados, el promedio de expectativa de vida de toda la población se encuentra entre los 75 y 80 años. Ahora con el desarrollo de la genética, hemos comenzado a estudiar y entender cuáles son las causas naturales del envejecimiento y con ello, en última instancia, la causas de la propia muerte.

En pocos años hemos identificado la existencia de relojes genéticos que marcan la pauta de los procesos de regeneración celular y ponen fin a éstos. Ya en 1962, Leonard Hayflick descubrió que las células humanas solo se duplican 52 veces antes de morir y que en ello radica el origen de la senescencia. Hoy sabemos que la enzima de la Telomerasa juega un rol fundamental en dicho proceso y hasta se ha logrado alterarlo significativamente en ratones [5]. Si logramos descifrar la manera de retrasar el paso de éstos relojes, podríamos multiplicar por varios factores nuestra esperanza de vida actual. Hoy en día a quienes creen, como el afamado inventor Ray Kurtzweil, que en base al progreso de las investigaciones y de nuestra comprensión de estos procesos en los humanos durante los últimos años [6], que en las próximas décadas podría ocurrir un salto sin precedentes en nuestra expectativa de vida . Incluso no es descabellado pensar, que un futuro quizás no tan lejano, logremos ralentizar nuestros relojes genéticos hasta el punto de casi detenerlos, logrando con ello extender indefinidamente nuestras vidas .

No obstante, es necesario señalar que la existencia de todas las formas de vida en la Tierra, hasta ahora, está inevitablemente supeditada a la existencia del Planeta en sí mismo. Sabemos que en aproximadamente 5.000.000.000 de años nuestro Sol estará en las fases finales de su vida y se convertirá en una estrella supergigante roja que arrasará la Tierra y todos los planetas interiores en el proceso. Sin embargo, la extensión de nuestra fugaz existencia en términos geológicos, sería sin duda una de los cambios más trascendentales de nuestra transición más allá de la humanidad.



viernes, 10 de abril de 2009

Nuestro Lugar en el Universo

Transhumanismo: Un Nuevo Renacimiento (I)


“La humildad es la única actitud adecuada para encararse con el universo, pero no una humildad que nos impida buscar la naturaleza de ese universo que admiramos”

Carl Sagan






En 1532, Nicolás Copérnico cuestionó la idea establecida por más de 1500 años de que nuestro planeta era el centro de la creación. Con ello desafió no solo al establishment académico imperante en la Edad Media sino también a todo el sistema de creencias y de organización social que se había construido en torno a él, desatando así una revolución sin precedentes en la historia occidental y que daría origen a uno de los períodos más fascinantes de la humanidad, el Renacimiento.

La idea de que no todos los astros debían de girar alrededor de la Tierra, fue confirmada espectacularmente cuando Galileo Galilei en 1609, por vez primera observó al cielo con una visión mejor que aquella que le había proporcionado la naturaleza. Cuando apuntó hacia Júpiter ese artefacto recién inventado, llamado Telescopio, (el 7 de enero de 1610) descubrió 4 pequeños cuerpos celestes que parecían girar en torno al astro ignorando cíclica y consecutivamente la supuesta preponderancia de la Tierra. Cuando lo enfocó hacia el Sol, observó que presentaba conjuntos de manchas irregulares y que por tanto, éste distaba mucho de ser el orbe perfecto e incólume que se había proclamado. Y así sucesivamente, sus observaciones acumularon la evidencia suficiente para apoyar la tesis de Copérnico, que era el Sol, y no la Tierra, el centro del Universo.

Si bien es conocido que Galileo fue forzado a renegar de sus descubrimientos, sentando así un importante precedente histórico de cómo la sociedad puede resistirse al cambio y a la luz del conocimiento (que dentro de sí misma se genera), también fue claro entonces que la Tierra, sin embargo se movía. Pero además de la Tierra, habían comenzado a moverse los engranajes históricos que unirían para siempre en un solo mecanismo, los cambios en nuestro conocimiento científico y los cambios experimentados en nuestra sociedad.

Proceso que casi 3 siglos mas tarde concebiría la idea de que las estrellas son otros soles, mas o menos similares al nuestro, pero que se encuentran a grandes distancias. Igualmente, que nuestro Sol (con los planetas y la Tierra), junto con las otras estrellas formaban parte de un sistema mucho mayor, al que llamaron la Galaxia de la Vía Lactea , de la cual el astro “Rey” tampoco ocupaba el centro sino que se encontraba a 2/3 del mismo, en lo que podría llamarse los suburbios del sistema.




Luego en el siglo XX al descubrir que existían otros “universos islas”, otras galaxias, creímos que ya no la Tierra, ni el Sol, sino la Vía Láctea, era el centro del Universo. En 1929 el astrónomo Edwin Hubble haría un descubrimiento que parecería devolvernos, de alguna forma, un sitial de honor en el contexto cósmico[1]; descubriría que todas las galaxias sin excepción se estaban alejando vertiginosamente de nuestra galaxia. Hubble había descubierto un Universo en expansión con nosotros en el centro de la misma. Por última vez pensamos ocupar un lugar especial en Universo. Sin embargo, unos pocos años después Albert Einstein nos despojaría de una vez por todas de nuestra ancestral e ingenua necesidad de ocupar un lugar primordial en el Universo, al demostrar con la Teoría General de la Relatividad [2] y su concepto de un espacio cuatridimensional, que todas las galaxias podrían observarse a si misma como orígenes de la expansión y que el Universo simplemente, carecía de centro.

El filósofo contemporáneo Thomas Khun (1992-1996) señaló que la esencia de las Revoluciones Científicas se encuentra en el cambio de los paradigmas [3]. Cuando un conjunto de pruebas y conocimientos científicos acumulados en determinada época alcanza un punto crítico, estos se hacen en extremo difíciles de enmarcar dentro del esquema de pensamientos preestablecidos, dando origen al surgimiento de nuevos enfoques de la realidad, de nuevos conceptos y teorías, de la cual se desprende una visión completamente diferente del Universo.

Si bien no ocupamos físicamente un lugar privilegiado, aun somos por mucho el fenómeno más complejo conocido en el Cosmos. Tan solo el cerebro humano posee 10^11 neuronas, tantas como estrellas en la Galaxia, y 10^14 conexiones (sinapsis), mas que todas las galaxias en el Universo [4]. Cada día la Humanidad se hace más consciente que en un futuro próximo, también podría perder esta distinción. La exploración espacial y el estudio del universo, ha puesto a la vista la real posibilidad de que haya existido o incluso aún exista vida en otros lugares del sistema solar (como en Marte o en la luna Europa). Aún más, los cada día más frecuentes descubrimientos de planetas extrasolares (287, algunos de los cuales tienen algunas características físicas similares a las encontradas en nuestro planeta), y de otros sistemas planetarios, hacen sumamente razonable la posibilidad que la vida no sea un fenómeno exclusivo de este rincón del Universo.



Actualmente no hay duda que la Humanidad está las puertas de la más grande de todas las revoluciones. Una revolución que ya no cambiará nuestra ubicación relativa en el universo, sino nuestra definición absoluta con respecto a nosotros mismos. Una en la que no se cambiará nuestro lugar en el mundo, sino nuestra forma de estar en el mundo… una que nos llevará más allá de ser humanos. El conocimiento y la tecnología han sido siempre la clave de subsistencia y progreso de la especie humana, en la medida que con su uso inteligente, le han permitido superar las grandes limitaciones que la propia naturaleza le ha impuesto. ¿Cómo sin el fuego habríamos podido ahuyentar las bestias por la noche?, ¿cómo sin las herramientas habríamos podido dominar los elementos?, ‘¿cómo sin la medicina habríamos superado las mas inocua de las enfermedades?, ¿cómo sin los barcos y el conocimiento de los astros habríamos podido cruzar los océanos?, ¿cómo sin la ciencia y la tecnología habríamos podido volar a través de los cielos o siquiera pretender alcanzar las estrellas?.

Si bien es profuso lo que hemos logrado y muchos los obstáculos que hemos superado, es aún mucho mayor lo que nos queda por alcanzar. Actualmente la vanguardia de nuestro conocimiento científico y tecnológico nos está abriendo la posibilidad de superar nuestras limitaciones y extender nuestras capacidades modificando directamente nuestra condición humana. La Nanotecnología, la Biotecnología, la Informática y las tecnologías cognitivas, son las corrientes del conocimiento cuyo caudal ha venido incrementándose enormemente en los últimos años y en cuya histórica convergencia, se encuentra la semilla de los profundos cambios que están por venir.

Por primera vez en la historia de éste planeta, una especie inteligente se está volviendo capaz de despojar a la naturaleza de su rol determinante en el desarrollo de las formas de vida que en el habitan, permitiéndose así misma decidir el rumbo de su propia evolución. Esto plantea a nuestra generación el enorme reto y la gran responsabilidad de estudiar los potenciales beneficios y perjuicios del uso de estas nuevas tecnologías, y aún más, reflexionar sobre las implicaciones filosóficas, éticas, e incluso espirituales que estas conllevan.

En este serie de artículos, basados en un ensayo escrito al año pasado con motivo de la convocatoria de la Sociedad Mundial de Futuro Venezuela (y que puede descargarse completo AQUI), partiremos en la exploración de algunas de estas vitales cuestiones, parados en los hombros de gigantes de la ciencia y de la prospectiva, cuyas profundas visiones tendremos siempre como nuestras primeras guías en el fascinante territorio del mañana. Analizaremos brevemente las características fundamentales de estas tecnologías y cómo podrían modificar o extender nuestras capacidades naturales. Abordaremos sus posibles implicaciones en el desarrollo de la especie y la inducción por éstas de nuevos fenómenos sociales. Reflexionaremos sobre las amenazas y posibles peligros que conlleva el uso de estas tecnologías y propondremos un conjunto de acciones a emprender desde ahora para prevenir su aparición o minimizar sus efectos. Y finalmente, plantearemos la necesidad de construir una nueva filosofía basada en las leyes naturales como marco ético hacia una nueva humanidad como una de las conclusiones de las reflexiones anteriores.

El Maestro Arthur. C. Clarke solía decir, que la única forma de conocer los límites de lo posible es aventurarse más allá de ellos y llegar hasta lo imposible. Ese es nuestro desafío, atrevernos a ir mas allá del Humanismo hacia un horizonte nuevo repleto de posibilidades, atrevernos a viajar hacia el Transhumanismo.