La corrupción es el cáncer más maligno de nuestra sociedad. La corrupción en todos sus matices ha permeado casi todas los espacios de acción y convivencia de nuestro País, corrompiendo tanto a los gobernantes como a los gobernados. En muchos casos la corrupción ha llegado incluso es considerada no solo como algo normal, sino como algo deseable.
El corrupto es, a mi juicio, tanto o mas despreciable socialmente que un asesino, puesto que el corrupto que saquea a la hacienda pública es responsable directo (aunque nunca se les vea la cara) de las miles de personas que pierden sus vidas como consecuencia de los servicios públicos ineficientes. Son responsables de aquellos asesinatos ocurridos por la falta de una fuerza pública bien preparada y equipada, responsables de los que mueren en los hospitales a falta de equipos, personal y medicamentos, y son responsables por quienes mueren lentamente de hambre por falta del desarrollo económico que el estado deja de impulsar. Se podría decir, que el corrupto mientras más alto esté en la administración del estado, más se acerca a una genocida de manos invisibles.
Hoy en día, según el informe 2009 de la Organización Transparencia Internacional, nuestro País posee la trágico y vergonzosa distinción de estar entre los 15 países percibidos como los más corruptos del mundo, siendo el 2do más corrupto de toda la América. A esta penosa realidad es inconcebible la inexistencia de propuestas y acciones para combatir este mal por parte de aquellos quienes ostentan el liderazgo de la sociedad. No se entiende como habiendo tantas organizaciones políticas, con tantos recursos económicos y humanos, no se generen y empleen planes para luchar contra la corrupción. Quizá la única forma de entenderlo es asumiendo que no existe ningún interés en acabar con el problema, sino de estar en posición de beneficiarse de él.
Yo, sin ser ni pretender ser experto en el área y ante esta vulgar ausencia de ideas e iniciativas, propongo tres líneas de acción fundamentales para combatir la corrupción: Una a nivel de la organización del estado, otra legislativa y la última a nivel educativo.
El corrupto es, a mi juicio, tanto o mas despreciable socialmente que un asesino, puesto que el corrupto que saquea a la hacienda pública es responsable directo (aunque nunca se les vea la cara) de las miles de personas que pierden sus vidas como consecuencia de los servicios públicos ineficientes. Son responsables de aquellos asesinatos ocurridos por la falta de una fuerza pública bien preparada y equipada, responsables de los que mueren en los hospitales a falta de equipos, personal y medicamentos, y son responsables por quienes mueren lentamente de hambre por falta del desarrollo económico que el estado deja de impulsar. Se podría decir, que el corrupto mientras más alto esté en la administración del estado, más se acerca a una genocida de manos invisibles.
Hoy en día, según el informe 2009 de la Organización Transparencia Internacional, nuestro País posee la trágico y vergonzosa distinción de estar entre los 15 países percibidos como los más corruptos del mundo, siendo el 2do más corrupto de toda la América. A esta penosa realidad es inconcebible la inexistencia de propuestas y acciones para combatir este mal por parte de aquellos quienes ostentan el liderazgo de la sociedad. No se entiende como habiendo tantas organizaciones políticas, con tantos recursos económicos y humanos, no se generen y empleen planes para luchar contra la corrupción. Quizá la única forma de entenderlo es asumiendo que no existe ningún interés en acabar con el problema, sino de estar en posición de beneficiarse de él.
Yo, sin ser ni pretender ser experto en el área y ante esta vulgar ausencia de ideas e iniciativas, propongo tres líneas de acción fundamentales para combatir la corrupción: Una a nivel de la organización del estado, otra legislativa y la última a nivel educativo.
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