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El corrupto es, a mi juicio, tanto o mas despreciable socialmente que un asesino, puesto que el corrupto que saquea a la hacienda pública es responsable directo (aunque nunca se les vea la cara) de las miles de personas que pierden sus vidas como consecuencia de los servicios públicos ineficientes. Son responsables de aquellos asesinatos ocurridos por la falta de una fuerza pública bien preparada y equipada, responsables de los que mueren en los hospitales a falta de equipos, personal y medicamentos, y son responsables por quienes mueren lentamente de hambre por falta del desarrollo económico que el estado deja de impulsar. Se podría decir, que el corrupto mientras más alto esté en la administración del estado, más se acerca a una genocida de manos invisibles.

Yo, sin ser ni pretender ser experto en el área y ante esta vulgar ausencia de ideas e iniciativas, propongo tres líneas de acción fundamentales para combatir la corrupción: Una a nivel de la organización del estado, otra legislativa y la última a nivel educativo.
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