martes, 21 de diciembre de 2010

José Rafael Pocaterra, a la memoria de un Valenciano de transcendencia

José Rafel Pocaterra
Muy pocos han sido los Venezolanos quienes lucharon tanto contra la tiranía y se opusieron con tanta fuerza al autoritarismo, padeciendo de él sus profundas miserias, y a la vez fueron capaces de sobreponerse a la adversidad manteniendo incólumes sus ideales de libertad, como lo hizo José Rafael Pocaterra. A pesar de haber recibido educación formal tan solo hasta el 6to grado, Pocaterra fue Historiador, Novelista, Políglota, Cuentista, Poeta, Periodista, Político, Insurrecto, Ministro, Gobernador y Embajador, llegándose a convertirse en una de las mentes más lúcidas de América Latina a comienzos del siglo XX, a pesar de haber nacido en un País en decadencia, y en una época donde pensar libremente era el peor de los delitos.

Hace ya 121 años,  un 18 de Diciembre de 1889 nació en la Valencia del Rey, Rafael Pocaterra. Su infancia fue un preludio de las dificultades que habrían de marcar su vida. Apenas a los 9 años le tocó conocer el horror de la muerte, cuando las miserias de las siempre absurdas guerras caudillezcas tocaron a su puerta en el cuerpo de un soldado moribundo del ejército del Gral. Andrade, quien luego de sorber su último vaso de agua, habría de morir ante sus ojos en los brazos de su madre. Desde allí, a Pocaterra siempre le asecharía la sombra de la muerte, de la violencia, de las penurias que son producto de la insensatez de los poderosos.

De madre viuda, con dos hermanos, a Pocaterra desde my niño le tocó trabajar para subsistir. A los doce años fue mandadero en una zapatería, y así obtuvo sus primeros zapatos. Tan solo tres años más tarde, y a pesar de no haber tenido ninguna experiencia previa en el área (como en casi ninguna otra, salvo en la mensajería) estaría a frente de la redacción del periódico “Caín” de Valencia, siendo ese el comienzo de su vida Política. Desde el Caín, ejerce un fuerte crítica hacia el gobierno de Cipriano Castro, lo cual le ganaría el convertirse en preso político, con tan solo 17 años de edad. En el “Castillo Libertador”, Pocaterra devora cuanto libro cae sobre sus manos, aprende griego, latín, inglés. Pocos meses antes del viaje de Castro a Europa, y su pérdida del poder frente a compadro Juan Vicente Gómez, Pocaterra fue liberado.

A los 20 años escribe su primera novela, “El Doctor bebé”, una novela urbana inspirada en el candidato presidencial al cual apoyó antes de su encierro. La caída de Castro le genera sentimientos encontrados, pues si bién deseaba su caída, nunca la hubiera querido por un traición, y menos, la instauración de un nuevo dictador. Así, aún cuando había un cambio de rostro, el enemigo seguí siendo el mismo. Pocaterra diría “Mas con todo, Castro no es el mal. Castro no es sino un accidente en la vida de la Nación Venezolana”.  En 1913, viaja a Maracaibo y se convierte en codirector del Diario “El Fonógrafo”, uno de los más populares de aquella Venezuela, donde nuevamente empuña sus letras críticas, ahora contra el autoritarismo de Gómez.

Cárcel de La Rotunda, Caracas, Venezuela.
Con el cierre del “Fonógrafo”, Pocaterra pasa a liderar las listas de los “malos hijos de la Patria”. Sin embargo integra el grupo de conspiradores del fallido golpe de 1919. Consumado el fracaso de la conspiración, Pocaterra desolado escribió: “No era una conspiración la que fracasaba, era toda una generación”.  Poco después Pocaterra es detenido, y enviado a la más infrahumana de todas las cárceles de aquella Venezuela, ”La Rotunda”, donde pasaría por mayor tiempo las mayores miserias de vida, y a la vez crearía alguna de sus obras literarias más trascendentales.

De enero de 1919 a enero de 1922, sujeto a barra de metal que difícilmente podía mover, casi sin ver la luz del sol, escribió secretamente en los papeles que envolvían los cigarros, una de sus mayores obras, “Memorias de un Venezolano en la Decandencia”, donde plasma con intensidad toda su época, y de la cual algunos capítulos se publicaron en Nueva York aún estando Pocaterra en la cárcel.

En 1992, gracias a un “favor concedido” al recuperarse de una enfermedad, Gómez da la orden de liberar un número de presos políticos, entre ellos Pocaterra. Sin embargo, pocos meses después de su liberación, el fantasma de sus escritos en prisión le asecha con el peligro de volver a la cárcel para no salir nunca más, por lo cual ese mismo debe emigrar a los Estados Unidos y de allí a Canadá. En exilio contacta a la oposición venezolana contra Gomez, siendo siempre muy crítico de sus actuaciones.

La aventura, o desventura más grande su vida, sería aquella expedición insurreccional que emprendería con el Gral. Román Chalbaud, y otro 18 venezolanos conspiradores, que desde Paris parten a Venezuela en 1929 con  el objetivo de derrocar a Gómez. La invasión del “Falke”, que llegó a contar como poco menos de 100 hombres que en su mayoría nunca habían visto un fusil, fracasó. Los apoyos prometidos nunca llegaron, la mayoría de sus líderes murieron. A Pocaterra le tocó la nada fácil tarea asumir el costo político del fracaso, y retornar con este de nuevo al exilio.

Del exilio, vuelve a Venezuela tras la muerte de Gómez. Inmediatamente se involucra a la vida política y en 1939 representa a Carabobo como senador en el Congreso, llegando a ser el Presidente del Senado hasta 1941; Luego Pocaterra ejerce brevemente el Ministerio del Trabajo, y luego pasa a ocupar la Gobernación de Carabobo, ejerciendo funciones desde 1941 a 1943. Posteriormente es nombrado Embajador en Gran Bretaña, cargo el cual también ejercería en Rusia hasta 1945, cuando renuncia en solidaridad con el derrocado presidente Isaías Medina Angarita. En relación a ello Pocaterra  diría: "Renuncié a mi cargo de embajador, porque no soy de los que juegan con ciertos principios éticos"·. En 1948, nuevamente ejerce como embajador como Embajador, esta vez en los Estado Unidos de Norteamérica, cargo al cual renuncia luego  asesinato de Carlos Delgado Chalbaud.

Antiguo Palacio Municipal de Valencia, frente al cual
Pocaterra daría su famoso discurso del Cuatricentenario
La última vez que volvería a Valencia, en marzo de 1955, se despediría aclamado, envuelto en la gloria de la majestuosidad de su palabra, cuando celebrado el cuatricentenario de la ciudad, fuera el orador de Orden, regalándole a la posteridad “Su canto a Valencia”, y ese mismo año publicaría el poema “Valencia, la de Venezuela”. Pocos días después, fallece de una úlcera en Montreal, el 18 de Abril de 1955. A los cuatro días, sus restos volverían a su querida ciudad, para descansar eternamente en la paz de haber vivido por los ideales de libertad. 

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